Salir del «armario»

Salir del «armario»

Siendo Caravanista desde hace más de treinta años he podido recorrer, tirando de mi pequeña casa, mucha España, parte de Europa, e incluso un trocito de África, primero con mis padres y hermanos, y ahora con mi pequeña familia. Entre tanto he podido viajar en coche, tren, avión, barco… dormir en hoteles, hostales, casas rurales, albergues… pero después de tantos años, la opción que más me sigue emocionando es enganchar mi caravana y llevarla en cada ocasión al lugar de mis sueños. Desde el momento en que comienza el proceso de preparación del viaje hasta que llego al destino ¡me encanta!: enganchar, conducir, paradas por el camino, todo tiene su encanto, y a lo largo de estos periplos hay que reconocer que ha habido momentos relajados y otros difíciles. Conducir una caravana no es lo mismo que un coche, las rachas de viento se hacen muy duras, los adelantamientos requieren planificarlos e incluso volver atrás cuando no te encuentras «cómodo» con la maniobra, la llegada a algunos campings requieren un esfuerzo extra para «encajar» tu casa en la parcela asignada, después de un largo viaje, pero sigo prefiriendo este modo de viajar: ¡me encanta! Durante el resto del año, nuestra caravana la tenemos en un camping a poco más de media hora de casa, en la sierra, y de algún modo es nuestra segunda residencia. Aunque llevo en este lugar 35 años, el camping de tiendas y caravanas dejó su sitio a algo parecido a una urbanización de casas móviles a modo de chaléts, a las que van personas que nunca han ido a un camping más allá de ese, por lo que el espíritu campista brilla mucho por su ausencia. Entre medias estamos, como algo anecdótico, unos pocos que perduramos con nuestra caravana y que viajamos con ella cuando tenemos ocasión.

Para muchos lo del camping siembre ha sido algo de segunda, o tercera, recuerdo más de un desprecio por viajar «como gitanos», por bañarse en las duchas públicas de los campings, o ir a fregar con el barreño. Entiendo que el camping no gusta a todo el mundo, para empezar debe gustarte la naturaleza, estar abierto a una vida en contacto con tus vecinos, a un sentido de la intimidad distinto al de un hotel, pero todas esas pegas que son para algunos, para mí son ventajas. Viajando de camping encuentras a gente de todo tipo: algunos por que es una manera más barata de tener una vacaciones (aunque en el momento que compras una caravana y la mantienes, me temo que puede ser mucho más caro), pero una gran mayoría es vocacional: comprar una mantener una caravana un poco bien, es costoso, necesitas muchos años para amortizarlo, si es que llegas a hacerlo.

Siendo niño, y después de un tiempo con tienda de campaña, comenzó el experimento de la caravana, por comodidad al nacer mi hermano pequeño, y la experiencia me llegó dentro, tanto que al formar mi familia, he conseguido trasmitirles a todos esta pasión por viajar con nuestra casa por donde quiera que podamos planificar unos días de vacaciones. Me encanta disfrutar de la vida al aire libre, de un día de lluvia los cinco metidos en poco más de 13 m2, con un juego de mesa o una película, o abrir los ojos y cada día contemplar un paisaje distinto. Es algo que si te gusta, cuesta olvidarte del modo de vida. Por todo ello, hace ya un tiempo, ya no me importa decir que «soy caravanista», no me importa que algunos lo sigan viendo con desprecio: para mi es la mejor forma de viajar, por eso decidí «salir del armario» y no ocultar que «Soy Caravanista».

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