MegaBanner Superior
Un gran fin de semana en Salamanca

Un gran fin de semana en Salamanca

Aunque nuestro vínculo con Salamanca es importante, la casualidad nos llevó a disfrutar de esta ciudad en los primeros días de la primavera. Es una ciudad por la que pasamos mil veces, pero siempre la parada se posponía, para poderla recorrer con un poco de calma. El impacto fue tal, que, a la vuelta, no nos costó nada tomar la decisión de dedicar un número importante de páginas de esta revista para invitaros a visitarla un gran fin de semana, a poder ser en extensión de días, para volver con el recuerdo de un Gran Fin de Semana, en mayúsculas.

Recorrer el centro de Salamanca nos traslada a las épocas medievales y renacentistas de tanto esplendor para la ciudad, y que conservan en su aspecto las calles con la piedra arenisca de Villamayor que todavía se utiliza para sus construcciones, junto con los omnipresentes vítores, y la rotulación de monumentos y establecimientos con esa característica tipografía, que tan bien recuerda aquellos tiempos. En la revista impresa, nos hemos tomado la licencia de cambiar nuestra tipografía corporativa por la de Salamanca, la Vitor, usándola para los títulos en este artículo, como homenaje y para mejor ambientación, y que aquí reproducimos, como ejemplo.

Fotos: Turismo de Salamanca, SoyCaravanista y Camping Don Quijote 

 

De caravaning por Salamanca

Como caravanistas, ya viajes con caravana, cámper o autocaravana, en los alrededores de Salamanca tienes varios campings y algún área para poder acomodarte durante la visita. Junto al Tormes, en Cabrerizos, a menos de 15 minutos del centro de Salamanca, se encuentra el Camping Don Quijote, uno de esos campings familiares, fundado a principios de la década de los 60, y gestionado desde 1997 por la misma familia que lo regenta actualmente, y que lo ha convertido en un lugar perfecto para descubrir la ciudad, pero también para descansar, desconectar y relajarse, sintiéndote tan a gusto, ya sea en tu vehículo, en las cabañas de madera que tienen, sus mobilhomes o bungalows, o sus nuevas tiendas de glamping. Frente a este camping, hay una nueva área para autocaravanas y cámperes, el Parking El Río, junto a la carretera de Ávila se encuentra el Camping Regio, hacia el norte de la ciudad, junto a la A-66 (Autovía de la Plata) también está el Camping Ruta de la Plata. En el polígono de Carbajosa (limita con Salamanca, al sur), está el Área de Carbajosa, un aparcamiento para autocaravanas junto a la gasolinera; un poco más alejado, en Villares de la Reina, está el Área Acampa, y en Santibáñez del Río, al oeste de la ciudad, el Área Park Salamanca. Toda esta oferta permite que Salamanca sea una ciudad ideal para el caravaning.

 

Salamanca está a tiro de piedra del centro peninsular, de los pueblos y ciudades castellanas, y no está tan lejos de las regiones más periféricas. En cualquier caso, no es complicado llegar, y está bien comunicada. Por Salamanca pasa la Vía de la Plata, ese camino de Santiago que viene del sur, y que tanto atractivo tiene. También es paso de uno de los principales caminos hacia Portugal, y su ubicación, junto al Tormes, ha supuesto un gran aliciente para asentarse a la mayoría de los pueblos que han habitado nuestra geografía a lo largo de la historia.

Si quieres comenzar la visita a Salamanca con la mejor experiencia visual, y, nada más empezar, conseguir una buena colección de fotos, nuestra recomendación es entrar por el Puente Romano, desde donde se puede ver una de las mejores panorámicas de la ciudad. En la orilla sur del Tormes, frente a la ciudad, y justo donde se encuentra el puente, está la Plaza de Poniente, un lugar donde, en nuestra primera visita, encontramos fácilmente aparcamiento, y decidimos que siempre entraríamos por ahí. En torno al río, hay una zona ajardinada, arboledas, espacios deportivos… sobre los que reposa el puente, y parte de sus más de 350 metros de largo, que llegan prácticamente hasta la calzada del Paseo del Progreso, que es parte de la N-630, la antigua carretera de la Ruta de la Plata (actualmente la Ruta de la Plata discurre por la alternativa A-66, más a las afueras). El puente, que data de los tiempos de la Vía de la Plata romana, con el paso del tiempo ha sufrido reformas y modificaciones, pero mantiene su esencia, y es todo un símbolo de Salamanca, y partícipe de la mejor panorámica de la ciudad. Hasta principios del siglo XX, fue el único puente que daba acceso a la ciudad, y sufrió el tráfico rodado de la Ruta de la Plata hasta 1973, cuando se inauguró el de Sánchez Fabrés, hechos que han contribuido al valor simbólico de este puente. Ahora que es peatonal, nos permite acercarnos a la ciudad como lo hicieron muchos de los que llegaban a este referente cultural que alberga la universidad más antigua de España, allá por 1218, en plena Edad Media. Al cruzar el puente, a la derecha, sobre un pedestal nos encontramos con el Verraco del Puente, la estatua más antigua de la ciudad, que se estima del siglo I a.C., erigida por los vetones, y aunque suelen representar a cerdos, se conoce como el Toro del Puente, forma parte del escudo de la ciudad, e incluso de él se habla en el Lazarillo de Tormes.

Puente Romano de Salamanca

Ya en el margen derecho del Tormes, sobre “tierra firme”, nos encontramos con el Paseo de San Gregorio. Antes de cruzar, a la derecha, entre los jardines se ve la Iglesia de Santiago, y, casi escondido entre unos edificios residenciales, el Museo de Historia de la Automoción de Salamanca, una exposición con más de 150 vehículos de diferentes épocas históricas, y que muestra la evolución del diseño del automóvil.

Cruzando el Paseo de San Gregorio, que bordea lo que fueron las murallas, y salvando por la derecha las casas que nos impiden seguir de frente, una cuesta nos conduce hacia la Ciudad Vieja, donde se aglutinan la mayoría de los monumentos salmantinos, y este conjunto es, desde 1988, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Antes de adentrarnos, posiblemente nos llame la atención la fachada de un edificio modernista que asoma y que contrasta con los monumentos románicos, góticos, renacentistas y barrocos de la ciudad. Este edificio, la Casa Lis, hoy es el museo de Art Nouveau y Art Déco, un palacete, en sí una joya de la arquitectura modernista, que, además, alberga 19 colecciones de artes decorativas, con multitud de salas llenas de porcelanas, joyas, figuras, juguetes y muñecas, desde finales del siglo XIX hasta principios del XX, que son el paraíso de los amantes de estos estilos decorativos.

Antes de seguir deteniéndonos en cada uno de los interminables atractivos de Salamanca, nuestra recomendación, por propia experiencia, es cruzar la ciudad contemplando lo que nos vamos encontrando, y llegar a la emblemática Plaza Mayor. Para conseguirlo, la idea es seguir un camino más o menos lineal que nos permita llegar a nuestro destino. Subiendo por la empedrada calle Tentenecio, enseguida bordeamos el claustro y la Catedral Vieja, para llegar a la Plaza de Juan XXIII, donde también se encuentran la Catedral Nueva y el Palacio Episcopal. Bordeando la torre y la fachada principal de la catedral, se llega a la Plaza de Anaya, rodeada por la propia catedral, la parte trasera de la Universidad de Salamanca y el Palacio de Anaya. Siguiendo recto, comienza la Rúa Mayor, una calle que se comenzó a abrir como línea recta de comunicación dentro de la ciudad, a finales del siglo XIX, convirtiéndose en un eje principal del comercio salmantino de la época, que ahora es terreno de terrazas, restaurantes y tiendas. Tras una manzana de edificios, la Rúa Mayor confluye con la Rúa Antigua en una plazuela donde hacen esquina la fachada principal de la imponente Universidad Pontificia y la Casa de las Conchas. Y siguiendo por la Rúa Mayor, pronto se llega a la Plaza del Corrillo, una irregular plaza en la que confluyen varias calles y que condiciona su trazado la casi milenaria iglesia románica de San Martín. Continuando por el embudo que forma el estrechamiento de la plaza, al fin llegamos a uno de los arcos que dan paso a la Plaza Mayor, y donde nos recibe en sus muros un reciente Homenaje a Cervantes, una inscripción con un texto del literato universal, pintada al estilo tradicional de la sangre de toro sobre la piedra de Villamayor, y con la tipografía salmantina con la que acompañamos los títulos de este texto. Aunque se entrevé entre los arcos, tras unos pasos más, se abre la gran Plaza Mayor de Salamanca, el centro de la vida social salmantina, una de las más bellas plazas europeas, el punto de inicio de casi todas las visitas a la ciudad, y el lugar donde se encuentran el Ayuntamiento y la Oficina de Turismo (www.turismodesalamanca.com).

La Plaza Mayor de Salamanca fue construida, entre 1729 y 1755, por el famoso arquitecto Alberto de Churriguera, la continuó su sobrino Manuel de Lara Churriguera y fue finalizada por Andrés García de Quiñones. Aunque aparentemente es rectangular, forma un cuadrilátero irregular, presidido por el Ayuntamiento. Uno de los detalles de la plaza son los medallones tallados entre los 88 arcos de los soportales que rodean la plaza. Estos medallones formaron parte del proyecto inicial para homenajear con las efigies de las figuras más relevantes de la ciudad: reyes españoles, conquistadores, militares, sabios, santos…, y que se distribuyeron según los distintos pabellones (cada uno de los edificios que circundan la plaza). Desde 1731 hasta la actualidad, se han ido tallando las representaciones de algunos monarcas, gobernantes, artistas, escritores y otras personas relevantes de la ciudad, todavía quedan muchos sin tallar, e incluso algunos han sido destruidos o retirados, conforme a los acontecimientos históricos.

La visita turística

Llegar directamente, aunque fijándonos por donde pasábamos, hasta la Plaza Mayor, además de situarnos en lo que es el casco histórico, tiene una gran intención. Salamanca no es una ciudad para dar un paseo y ver tres fachadas, es mucho más, y merece una visita con más profundidad: como decimos en el título de este reportaje, se trata de pasar un Gran Fin de Semana (ya sea el clásico fin de semana, un puente, o unos pocos días laborables que tengamos libres) para poder disfrutar y llegar a vivir lo que fue y es esta ciudad tan relevante en nuestra historia. Para ello, y aunque lleves este texto que hemos intentado escribir con máximo detalle y sentimiento, recomendamos visitar la Oficina de Turismo que se encuentra en los soportales de la Plaza Mayor, nada más cruzar la calle Prior, si se entra desde la Plaza del Corrillo. En esta oficina de información, además de un buen plano y horarios de visitas actualizados, nos van a poder orientar conforme a nuestros gustos, posibilidades, tiempo e intereses. Además, en la Plaza Mayor, frente a esta oficina de turismo, se inician la mayoría de visitas turísticas que están organizadas por guías oficiales y que nos muestran, según las opciones escogidas, lo más relevante, curioso e interesante de Salamanca, nos darán una base histórica y aportarán un contexto que nos ayudará a comprender y valorar todo lo que hay que ver y lo que no se ve, si no sabemos que existe.

Nuestra recomendación pasa por hacer una visita guiada por la Salamanca Monumental, para situarnos y visitar los lugares más relevantes, y posteriormente seguir viendo por nuestra cuenta, o con otras visitas más específicas, el resto de la ciudad. En nuestro caso, optamos por Visitas Plaza (636 873 260), una asociación con algo más de una decena de guías habilitados por la Junta de Castilla y León, que durante dos o tres horas te hacen un recorrido por los lugares más relevantes, mostrando detalles, situándonos en la época de cada monumento y en la historia de la ciudad, y descubriéndonos detalles que no habíamos apreciado con anterioridad. Además de la visita “Todo Salamanca Monumental”, ofrecen la de “Leyendas, curiosidades y subterráneos de la Salamanca oculta”, que entra en detalles menos habituales, explican muchos aspectos desconocidos e incluso nos guían por antiguos pasadizos que cruzan por debajo de las calles, y que se han descubierto recientemente. Además, guías como Antonio y Eneida, con los que pudimos disfrutar de sus visitas, y aprendimos muchas de las cosas que aquí contamos, aclaran todas las dudas que surgen, e incluso pueden organizar visitas privadas adaptándose a nuestros horarios e idiomas. En la Oficina de Turismo también facilitan información sobre otros guías que ofrecen visitas teatralizadas, en familia, nocturnas, literarias, subiendo a las torres más altas…

Tras la visita guiada, y moviéndote con cierta facilidad por la ciudad, te esperan cerca de un centenar de monumentos, pequeñas iglesias, conventos, museos, parques y jardines… que podrás visitar, según tus gustos, por tu cuenta durante el resto de tu viaje.

La universidad en Salamanca

Se conoce vida a orillas del Tormes, en el cerro de San Vicente, desde la Edad de Hierro, hará unos 2.700 años. Desde entonces, este enclave fue habitado por los pueblos que pasaron por la península. Aun así, a pesar de estar en la Vía de la Plata, realmente no comenzó a tomar importancia hasta que a finales del siglo XI se repobló con francos y gallegos. Posteriormente, se restauró la sede episcopal, comenzó la construcción de la catedral románica y se otorgaron fueros por parte del rey Alfonso IX de León, lo que atrajo a nueva población y provocó un importante crecimiento de la ciudad. En torno a las escuelas catedralicias, habituales en los reinos de España, Alfonso IX, con el objetivo de contar con estudios superiores en su reino, creó el Estudio General de Salamanca en 1218, fecha que se considera como la fundación de la Universidad de Salamanca, aunque no es hasta 1255, con Alfonso X, el Sabio, cuando el papa Alejandro IV aprueba su fundación, otorga sello propio y se reconoce la validez universal de sus estudios. Aunque fue previo el Estudio General de Palencia, este no obtuvo el reconocimiento de universidad, y desapareció, por lo que la Universidad de Salamanca, con más de 800 años, se considera como la más longeva de España, y una de las más antiguas de Europa.

El hecho de ser uno de los pocos lugares con universidad fue un foco de atracción y desarrollo de la ciudad. Durante muchos años, la universidad no contó con edificios propios, las clases se impartían en el claustro de la Catedral Vieja o en edificios del cabildo. Hasta inicios del siglo XV, no se construyó el primer edificio universitario, el Colegio Mayor de San Bartolomé, donde actualmente se encuentra el Palacio de Anaya, y poco después comenzó la construcción del conocido como Escuelas Mayores, que no se finalizó hasta 1533, aunque fue teniendo uso progresivamente. Este edificio de las Escuelas Mayores es el más representativo de la universidad, y es el que posee su imponente fachada de poniente: la portada plateresca, financiada por la reina Juana I de Castilla, caracterizada por su abundante decoración, llena de detalles y elementos con multitud de sentidos, y que esconde algunos detalles, como la famosa ranita, que todos intentamos localizar dentro del maremágnum de representaciones talladas. Por las puertas de esta fachada se accede al interior del edificio, construido en torno a un claustro central, donde se conservan varias aulas, como la de Fray Luis de León, que al entrar parece trasladarnos al siglo XVI, con el púlpito para el maestro, y los bancos corridos para los asistentes. También se encuentra el paraninfo, el amplio salón de actos donde, según se le atribuye, Miguel de Unamuno pronunció las palabras “Venceréis, pero no convenceréis”, en una ceremonia de la universidad, ya iniciada la Guerra Civil; y la capilla. Subiendo a la planta superior por la Escalera del Conocimiento, escalinata renacentista con ricas alegorías labradas, se accede a otras dependencias y a la impresionante Biblioteca General Histórica, una joya, protegida con una imponente verja forjada, que da acceso a una sala con estanterías barrocas formando dos pisos y donde se conservan cerca de 40.000 libros, entre ellos manuscritos e incunables, que pueden verse a través de una cristalera.

Volviendo al exterior, frente a la portada plateresca, se abre la plaza de las escuelas en cuyo centro se erige una estatua a Fray Luis de León, estudiante y catedrático ilustre de esta universidad, desde donde, en una esquina al fondo, se accede a las Escuelas Menores, las dependencias donde se preparaban, con estudios básicos, para poder acceder a los superiores. Este edificio cuenta con una portada plateresca, aunque más discreta que la de su vecina, que da acceso a un patio con arcadas y balaustradas barrocas. En las paredes de este patio, abundan los vítores, inscripciones que se pueden ver en varios edificios de Salamanca, que no son exclusivos de este lugar, y que simbolizan las letras Victor (dispuestas de distintas maneras) como símbolo de victoria de aquellos que obtenían la cátedra o el doctorado, y que se acompañan de un texto justificativo con el característico tipo de letra salmantino que hemos adoptado para los títulos del artículo en la versión impresa, y que hemos incluido al inicio. Al fondo del Patio de las Escuelas Menores, una gran sala acoge el Cielo de Salamanca, un fragmento de la bóveda astrológica de la antigua biblioteca, que tras perderse parcialmente en un incendio, quedó escondido y fue trasladado a este lugar para su exposición y contemplación. Hoy en día, la Universidad de Salamanca se distribuye en varios edificios históricos y otros actuales dentro de Salamanca, además de algunas facultades en otros lugares más allá de la ciudad.

En Salamanca, además, se encuentra la Universidad Pontificia, creada en 1940 como universidad privada, tras haber sido excluidos los estudios de Teología y Derecho Canónico en la época de las desamortizaciones de mediados del siglo XIX, con el objeto de continuar las antigua facultades eclesiásticas de la Universidad de Salamanca. Para esta universidad se recuperó el Real Colegio del Espíritu Santo de la Compañía de Jesus, conocido como la Real Clerecía de San Marcos. En una visita guiada, se pueden ver la iglesia barroca con un fabuloso altar mayor, el claustro de tres alturas (patio de los estudios) a los que se accede a través de la Escalera de Honor y la imponente Aula Magna del siglo XVII. Formando parte de este conjunto están las Torres de la Clerecía, las dos torres de la iglesia, a las que es posible subir por la Scala Coeli (escalera al cielo), una experiencia que permite el acceso a los balcones desde donde se contempla el interior de la clerecía admirando el altar mayor y su magnífico retablo barroco; y subir por la escalera del campanero hasta llegar a los campanarios y la balconada que une ambas torres, desde donde se ven espectaculares perspectivas del casco histórico de Salamanca.

En este edificio histórico, se encuentran las facultades de Psicología, Ciencias de la Salud, Derecho Canónico, Filosofía, Informática y Teología, pero, además, la Universidad Pontificia de Salamanca cuenta con otro campus fuera del casco histórico y en Madrid.

Las catedrales

Por si una catedral no es suficiente, Salamanca cuenta con dos. La Catedral Nueva y la Vieja, situadas una junto a la otra. La Catedral Vieja, dedicada a Santa María de la Sede, fue un símbolo en el desarrollo de la ciudad, se comenzó a construir a principios del siglo XII, en un estilo románico tardío, y con un cierto aspecto defensivo propio de aquella época de repoblación. En sus capillas, como la de Santa Bárbara, comenzó la actividad de la Universidad de Salamanca. Adosada a la Vieja, y para contar con otra catedral de la importancia que ya tenía Salamanca, se comenzó a construir, en 1513, la Catedral Nueva, inaugurada en 1733, y con la promoción de los Reyes Católicos. El estilo de este nuevo templo es tardogótico, aunque sus más de 200 años de construcción aportaron mezclas con otros estilos.

Del exterior de la Catedral Vieja llama la atención el cimborrio, también conocida como la Torre del Gallo, al estar coronada por una veleta con la forma de un gallo, muy vistosa y adornada, y con apariencia de estar cubierta con escamas. De la Nueva, las portadas resultan impresionantes: la fachada principal está plagada de detalles como las escenas del Nacimiento y la Epifanía, un soberbio calvario, efigies de santos e iconografía de contenido doctrinal; la Portada de Ramos, la que da a la Plaza de Anaya, aunque más pequeña, también combina esculturas con escenas alegóricas, e incluye, a la vista del visitante, el famoso astronauta, que identifica la época de restauración de esa parte deteriorada.

La visita a las catedrales se hace desde la catedral nueva, que al entrar resulta imponente por su grandiosidad y luminosidad de casi un centenar de vidrieras, que contrasta con la vieja. Entre sus tres grandes naves y capillas, destacan su coro en medio de la nave principal, su capilla mayor, las bóvedas de crucería, el crucero y la sucesión de capillas a cual más llamativa. Desde una de las naves laterales, se accede a la Catedral Vieja, que contrasta con su sencillez románica, aunque cuenta con remates góticos. El altar mayor impresiona especialmente por su increíble retablo formado por 53 tablas de principios del siglo XV. Y el conjunto de claustro, capillas y antiguas salas capitulares culminan la visita hacia los orígenes de su construcción y donde nacieron los primeros estudios, que derivaron en la Universidad de Salamanca.

Entre ambas catedrales, se construyó la Torre de las Campanas. Con sus 110 metros, es la construcción más alta de Salamanca, y es protagonista de la visita Ieronimus, que permite conocer esta torre, llena de reformas y anécdotas, además de un recorrido por estancias que fueron, en su día, las mazmorras, la torre mocha, la balaustrada superior de la Catedral Nueva, la pasarela a la Torre del Gallo, y el cuerpo de campanas, desde donde se consiguen ver perspectivas únicas del conjunto catedralicio y de la ciudad.

Otros monumentos, museos y lugares

Torres de la Clerencia desde el Patio de la Casa de las ConchasEntre los monumentos salmantinos más emblemáticos se encuentra la Casa de las Conchas, uno de los palacios más populares de Salamanca, que hoy tiene el uso de biblioteca. Fue construida entre finales del siglo XV y principios del XVI, por Rodrigo Arias Maldonado, afín a los Reyes Católicos y caballero de la Orden de Santiago. El nombre se toma de la sucesión de conchas que decoran su fachada, unos dicen que por mostrar su pertenencia a la Orden de Santiago, y otros, como muestra de amor a su esposa, de la familia Pimentel, cuyo escudo de armas contiene conchas. Se puede acceder al patio del edificio, donde se observa su estilo gótico con elementos platerescos, sus curiosos arcos mixtilíneos, la escalera y el artesonado, además de unas vistas únicas de las Torres de la Clerecía, que asoman sobre el tejado.

Muy relevante es el Convento de San Esteban, un grandioso edificio de los dominicos, fundado, en el siglo XVI, por el cardenal Fernando Álvarez de Toledo, hijo del segundo duque de Alba, donde compartieron sus claustros pensadores como Francisco de Vitoria y Diego de Deza, y célebres visitantes como Cristóbal Colón, Santa Teresa o San Ignacio de Loyola. Su fachada principal es una obra maestra del plateresco, diseñada como un gigantesco retablo cargado de simbología, y en su interior se pueden ver su retablo, que es uno de los mejores ejemplos de Churriguera; sus claustros con distintos usos; la artística escalera de Soto, y la Sala Profundis, donde Colón expuso a los dominicos su proyecto de nueva ruta a las “indias”, quienes influyeron en Isabel la Católica para su aprobación. En 1556, se levantó el Puente de Soto para salvar el arroyo de Santo Domingo (hoy soterrado y convertido en calle para el tráfico) y así poderse conectar al Convento de las Dueñas, situado en la otra orilla, y donde se retiraban las nobles señoras al enviudar. También es visitable, y, además de su portada plateresca, sobresale su claustro pentagonal con arcos muy adornados.

Los palacios abundaron en Salamanca, y hay muchas muestras de ellos. El Palacio de Monterrey es uno de los mejores ejemplos del Renacimiento español y del plateresco. Levantado por el tercer conde de Monterrey, noble de origen gallego vinculado a la ciudad salmantina, actualmente pertenece a la Casa de Alba, al heredar el título, y es una sus principales propiedades. Desde la mitad del siglo XX, de la mano de la XVIII duquesa de Alba, se realizaron varias obras de adaptación para su utilización como vivienda, introduciendo, con respeto al edificio histórico que es, las comodidades de estos tiempos. Desde hace unos años, es visitable al público, compatibilizándolo con su uso particular esporádico, y permite ver las dependencias adaptadas a la vida de los Alba.

También son relevantes el Palacio de Anaya, frente a la catedral y ocupando el espacio del antiguo colegio de San Bartolomé, que cuenta con un gran pórtico con cuatro columnas y frontón neoclásicos, y que hoy es la Facultad de Filosofía y Letras; el Palacio de la Salina o de Fonseca, plateresco, actualmente sede de la Diputación de Salamanca, fue durante un tiempo depósito de sal, y cuenta con un patio con curiosos arcos y capiteles que está abierto al público; la Casa Museo de Unamuno, en la que vivió en su primera etapa de rector (1901-1914) y que se ha habilitado como museo dedicado a su memoria, conservando algunas salas tal y como las conoció Unamuno, su archivo personal y una magnífica biblioteca.

Aunque lo dejemos para el final, sin intención de quitarle importancia, nos parece interesante visitar la Iglesia de San Martín, que pasa desapercibida medio oculta entre las casas que rodean la Plaza Mayor, es románica, conserva una de sus fachadas, y está envuelta de curiosidades.

El Museo del Comercio y la Industria, fuera del centro histórico, nos sorprendió por su ubicación en un antiguo aljibe, su colección permanente sobre la radio, y un recorrido interactivo por la historia del comercio de la ciudad, que muestra la evolución de gremios y oficios, lleno de rincones curiosos que rememoran tiempos pasados. De camino al museo desde la Plaza Mayor, se pasa por la Iglesia Sancti-Spiritus, un templo gótico que casi pasa desapercibido, que fue un gran convento, del que solo se conserva la iglesia con un importante bajo coro, y el Cristo de los Milagros, que es un venerada talla del siglo XIV.

No debemos olvidarnos del famoso Huerto de Calisto y Melibea es un pequeño jardín junto a la catedral, donde se dice que transcurrieron las escenas de La Celestina; los Pozos de Nieve, precursores de nuestros sistemas de refrigeración, y los pasadizos y túneles subterráneos de la Salamanca oculta, que solo pueden verse en alguna de las visitas guiadas.

Esta escapada de un Gran Fin de Semana se nos ha hecho corta para todo lo que ofrece Salamanca, y quedan pendientes muchos otros lugares, no menos importantes, para completarla, pero antes de marchar de Salamanca no olvides llevarte el recuerdo de tu presencia en la ciudad: la Ruta de los Miradores es un recorrido por los lugares con mejores vistas de la ciudad: la estampa del Embarcadero, con las barcas, el río y la ciudad al fondo; el del Puente Romano, el de la Celestina en su propio escenario; el de los jardines de Santo Domingo; el de Ieronimus, en las torres de la catedral; el de Las Claras, desde el Convento de Santa Clara; el Scala Coeli, en las torres de la Universidad Pontificia; el de San Vicente, desde el yacimiento arqueológico de los orígenes de los primeros asentamientos; el de Los Irlandeses, que muestra las vistas desde Peñuelas de San Blas; y el mirador de Monterrey, desde uno de los torreones de este palacio de los Alba. Cada mirador tiene su punto selfie, y una experiencia sonora que te introduce más en su ambiente.

Antes de marcharnos de Salamanca, no podemos dejar de probar su sabrosa gastronomía, que se caracteriza por platos contundentes y de calidad. Destacan las carnes de cerdo ibérico y de ternera morucha, así como los emblemáticos embutidos salmantinos, el jamón, las legumbres y los quesos, que puedes encontrar para llevarte, por ejemplo, en el Mercado Central de Salamanca, junto a la Plaza Mayor. Entre los productos más elaborados, debes probar el hornazo, la chanfaina, las patatas meneás… y dulces como el bollo maimón, las perrunillas y las rosquillas de Ledesma.

 

Nuestra vinculación con Salamanca

Como indicamos en la introducción, Salamanca tiene un vínculo especial con SoyCaravanista. El tatarabuelo del director de nuestra revista, Miguel Iglesias Gurruchaga, de Salamanca, fue librero nada menos que en la Plaza del Corrillo; su hijo, Andrés Iglesias, fue impresor de una de las librerías más famosas de la ciudad, librería Calón, en la Plaza Mayor, y posteriormente montó su imprenta en la Plaza de la Libertad (junto a la Plaza Mayor), donde imprimió y editó para la sociedad salmantina desde 1903. Posteriormente, se mudó a Madrid, y allí continuaron el negocio su hijo José Bernardo, su nieto José Vicente, y actualmente su biznieto Miguel, el fundador y director de SoyCaravanista. Además, Isaac, nuestro redactor jefe, es casi oriundo de Salamanca, ya que toda su familia es de Linares de Riofrío. Coincidencias que hacen que, aunque realmente lo merecen, nuestra pasión por estas tierras esté cargada de emotividad.

La Sierra de Francia

A solo 50 km al sur de Salamanca, es posible adentrarse en la Sierra de Francia, una joya que reúne impresionante naturaleza, una treintena de encantadores pueblos, patrimonio histórico, arraigadas tradiciones, deliciosa gastronomía… y varios campings donde disfrutar de la experiencia del caravaning.

En cuanto a naturaleza, forma parte de la Reserva de la Biosfera Sierras de Béjar y Francia, e incluye tanto el Parque Natural Las Batuecas-Sierra de Francia como el Espacio Natural Protegido de Quilamas.

Destacan seis pueblos catalogados como conjunto histórico-artístico: La Alberca, Miranda del Castañar, Mogarraz, San Martín del Castañar, Sequeros y Villanueva del Conde. En ellos, es posible admirar casas tramonadas y blasonadas, iglesias, castillos, murallas… Además de estos, es muy recomendable visitar los otros pueblos serranos, desde Linares de Riofrío (considerado como puerta de la Sierra de Francia) hasta Sotoserrano, en donde el Meandro del Melero (que forma el río Alagón y delimita las provincias de Salamanca y Cáceres) es espectacular.

El patrimonio histórico incluye lugares tan valiosos como el Santuario de la Peña de Francia (del siglo XV, que es uno de los santuarios marianos más elevados del mundo, a 1.723 metros de altitud), el Monasterio del Santo Desierto de San José de Batuecas (cuyo convento fue fundado en 1599) y el Monasterio de Nuestra Señora de Porta Coeli (de 1444), en El Cabaco.

La Sierra de Francia, además, ofrece un sinfín de rutas, recorridos en bici de montaña, actividades al aire libre, observación de aves, paseos micológicos y parques multiaventura, entre otras muchas propuestas.

Campings en la Sierra de Francia

Camping Al-Bereka Ctra. Salamanca-La Alberca, km 75,6 – La Alberca – www.albereka.com – Tel. 923415195

Camping El Endrinal Camino del Camping, 1 – Serradilla del Arroyo – Tel. 658474625

Camping El Portal de la Sierra Ctra. Tamames, km 1 – Linares de Riofrío – www.campingelportaldelasierra.com – Tel. 648679067

Camping Las Cavenes Ctra. Ciudad Rodrigo, km 80 – El Cabaco – www.campinglascavenes.com – Tel. 923454105

Camping Sierra de Francia Ctra. Salamanca-La Alberca, km 73 (El Casarito) – Nava de Francia – www.campingsierradefrancia.com – Tel. 923454081

Camping Vega de Francia Ctra. Sotoserrano-Béjar, km 3 – Sotoserrano – www.vegadefrancia.es – Tel. 923161104

Camping El Burro Blanco Corta, s/n – Miranda del Castañar – www.elburroblanco.net – Tel. 923161100

Más información de la Sierra de Francia: www.turismosierradefrancia.es

Related posts

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.